en la muestra de Luis Espinosa
(Presentación de Belén Gache para la muestra "Contextos")
"Es sabido que toda atención funciona como un pararrayos. Basta concentrarse en un determinado terreno para que frecuentes analogías acudan de extramuros y salten la tapia de la cosa en sí, eso que se da en llamar coincidencias, hallazgos concomitantes, la terminología es amplia". Esta cita de Julio Cortázar, más precisamente del texto "La muñeca rota", en el libro Último Round, aparece calada en un paralelepípedo negro.
Un sensor de movimiento activa, a partir de la presencia del espectador, la frase realizada con luces titilantes. Un pararrayos de atención atrae a un rayo que en un instante de luz vuelve visible lo invisible y luego se apaga con un silencio oscuro.
Más allá, un mapa político de la Argentina al revés presentado en un back-light, puede ser observado a través de un dispositivo óptico. Las cosas no son como parecen. Una letra de niño propone: “Vamos a ver, vamos a ver cómo es....”, evocando reminiscencias de la Latinoamérica invertida de Torres-García, sí, pero también de la infancia, de la escuela primaria y de aquella cancioncita infantil en un país donde las coordenadas incluso entonces se presentaban alteradas: “Vamos a ver como es el reino del revés”.
Además de estos juegos ópticos, encontraremos en la muestra otros juegos: juegos perceptuales y juegos de palabras que buscan -como los pararrayos- y también encuentran, coincidencias y hallazgos concomitantes.
Hay objetos como la plancha que quema, quemada; el hambre en la sopa de letras que forma un texto de Osvaldo Bayer, la llave cerradura que bien podría evocar aquel proverbio zen: la puerta es la llave. Hay juegos de palabras como la gran Verdad escrita con múltiples infinitesimales mentiras descubiertas a través de una lupa; están también el texto alterado de un afiche de Windows que responde al título de la obra de Duchamp y el falso reportaje a Bill Gates realizado por un falso reportero que ha ganado un falso premio Pulitzer y que cuenta sobre la influencia duchampiana que ha recibido el magnate del software a la hora de realizar negocios.
Hay tautologías formales y semánticas: textos tejidos que forman tramas, urdimbres realizadas con renglones de las definiciones -precisamente, de texto, tejido, trama y urdimbre-, extractadas del diccionario de María Moliner.
La presencia del libro es constante, en las ediciones únicas de sus planchas de poemas, en los libros caja, en la intervención de ese librito infantil, a primera vista ingenuo, una granja, un gallo, un gallinero, de pronto un zorro y una bolsa y el violento secuestro de Crestita, el gallito valiente. El texto del libro está intervenido, faltan letras que van formando palabras: miedo, reacción. De golpe volvemos a mirar el librito, es de la colección Mis Animalitos, de la editorial Sigmar. Su autor: Hector Germán Oesterheld, creador también de El Eternauta, secuestrado por la dictadura militar y prisionero en el campo de detención Vesubio.
También nos encontramos con un cuaderno de poemas titulados Supr Tzara. Se trata de una serie de piezas -los Poemas hallados dentro del Manifiesto dadá, los Poemas hallados dentro del Manifiesto del Señor Antipirine, etcétera- . Son poemas encontrados de manera automática, mediante la mera utilización de la tecla Supr de la computadora. El texto original del creador de la paradigmática Receta para componer un poema dadá sufre en sus propios textos el procedimiento aleatorio, el plegado, la contracción, la síntesis. Estos textos encontrados nos recuerdan a otras obras de Espinosa: las cajitas de fósforos con haikus encontrados en un extraño libro de hipnotismo y que guardan en su interior objetos alusivos.
También recordamos otro texto de este autor: el poema Ruidos en la noche, compuesto en realidad de tres noches: “La noche en Buenos Aires”, “Noche de Bagdad” y “Otra noche”, cuyo tema es la invasión a Irak iniciada en 2003. El 4 y 5 de noviembre de 2005, en ocasión de la realización de la IV Cumbre de las Américas, en la ciudad de Mar del Plata, el poema se transforma en decenas de colgadores de picaporte de esos que se utilizan, por ejemplo, en las puertas de los hoteles. ¿Alguien llegaría a dejarlo en la puerta de la habitación de George W. Bush, en su hotel de Mar del Plata?
Además de ser un poema, Ruidos en la noche fue también una pieza de arte correo y una acción, transformándose luego en una puerta portátil que curiosamente aparecería en diferentes locaciones de la ciudad.
Luis Espinosa, poeta, artista, presenta una urdimbre cuidadosamente trabajada donde confluyen la literatura argentina, la poesía visual, el arte de acción y el conceptualismo y donde la propuesta se derrama desde el efecto del sentido al sentido como efecto.
Belén Gache.
felicitaciones Luis!
ResponderEliminarque desde este blog podamos ver y apreciar destellos de tu talento!
ale
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